Gilbert Enoka, el entrenador de la mente

Hace unas semanas un consultor con credenciales dio una charla para algunas personas de la empresa, y en un momento deslizó el concepto de ser un equipo de alto desempeño.

Admirable cualidad la de saber crear equipos así.

Lamentablemente, solo se quedó en esas palabras. No agregó nada sobre cómo son esos equipos. No hubo algo como “estas son las cinco claves…”, o “este el camino para hacerlo”, o nada.

Con el tema boyando, la inquietud disparada, y la reciente visita de los All Blacks a la Argentina, llegué a la figura de Gilbert Enoka — coach mental de este equipo, un equipo de alto desempeño.

De una historia familiar bastante complicada logra emerger esta figura condecorada en Nueva Zelanda, quien tiene el firme propósito de que su equipo consiga la tercera copa del mundo en Japón 2019.

Enoka y el equipo de entrenadores de los All Blacks son conscientes de que están generando propiedad intelectual con su trabajo y entrenamiento de la mentalidad de los jugadores. Habrá que esperar unos años para que eso empiece a escapar del dominio maorí…

Mientras tanto, me dediqué a leer artículos sobre Enoka, entre los cuales uno encuentra muchas buenas ideas masticables.

Concretamente, encontré un hilo conductor en tres conceptos que van desde lo técnico a lo personal.

1. Presión

El concepto de presión es la base sobre la cual directamente trabajó desde el Mundial de Rugby 2007, cuando los All Blacks perdieron en cuartos de final habiendo llegado como favoritos.

Enoka llevaba ya 7 años trabajando con el equipo, y llegada esa situación entendió que no tenía todas las respuestas y que necesitaba más ayuda y reenfocarse en que el equipo contara con herramientas para desempeñarse bien bajo presión.

Una de sus ideas centrales es que no hay manera de esquivar la presión en el camino a la grandeza. Ser grande implica inexorablemente saber desempeñarse bajo presión.

Cuando todo está en juego y tenés que hacer tu parte en ese preciso instante… cuando te estás jugando algo importante, estás siendo examinado, hay altas expectativas generadas sobre tu persona, y las consecuencias son gigantes… eso es presión.

En momentos así, el cerebro en el que normalmente conviven el instinto, la emoción y el pensamiento, pasa a funcionar sólo con instinto y emoción. Motor en 2 cilindros. Problemón.

La cuestión pasa a ser entonces recurrir a una técnica concreta y rápida para volver a la operación en 3 cilindros. Richie McCaw zapateaba fuerte; Kieran Read mira el punto más lejano en el estadio.

El trabajo de Enoka era desarrollar en sus jugadores la capacidad de reconocer cuando estaban en modo “red-head”, y encontrar su propia manera para volver al modo “blue-head”.

Todo para lograr concentración, olvidarse del entorno, de lo que pasó hasta ese momento y de lo que pasará después de ese momento.

En el nivel internacional, generalmente no se trata de habilidad sino de tener la capacidad mental de ejecutar bajo presión.

Esta capacidad viene dada fundamentalmente por descomponer la situación en pasos concretos y accionables, sin desesperarse ni adelantarse.

En los negocios, tenés que conseguir algo en una reunión, llegar a una fecha límite, cosas que crear. Si te ponés a pensar en todas las posibles consecuencias, te vas a sentir sobrepasado. En lugar de esto, bajá a un papel lo que tenés que hacer y lidiá con el primer paso que tengas en tu lista. Tomá el control un momento a la vez.

2. Cultura

Podés tener todas las estrategias del mundo, pero a fin de cuentas, lo que te va a permitir desempeñarte por encima o por debajo de lo esperado es la cultura.

Casi sacado de un libro de Drucker, Enoka en varias entrevistas se refiere al poder de la cultura y al cambio cultural que tuvo que suceder en los All Blacks antes de empezar a conseguir resultados.

Quizás uno de los signos claros de que la cultura no es negociable en este equipo, es el hecho de que están dispuestos a renunciar al talento de un miembro del equipo si esa persona no es exponente de sus valores.

Hay equipos que mantienen a un jugador por tener un gran talento. Nosotros buscamos señales tempranas de alerta y descartamos los grandes egolátras inmediatamente.

Situación tan común en equipos deportivos y en empresas: ese gran vendedor dispuesto a pasar por encima de todo para lograr su objetivo, ese programador imprescindible pero de pésimo trato… y tantos otros.

Mantener profesionales que no ayudan a la construcción de una cultura sana, que no los elegiríamos bajo ningún concepto para representar a la empresa en un evento público, a quienes no le confiaríamos la inducción de un nuevo integrante del equipo, es como acelerar con el freno de mano activado: no vamos a avanzar todo lo que podríamos.

Fricción, desgaste, y un mensaje equívoco a la organización: “¿Queremos avanzar o queremos seguir frenando?”

3. Ser buena persona

Todos tenemos talento, pero ese talento no se va a realizar a menos que seas una buena persona… el ser bueno te hace ser agradecido por haber recibido ese talento y la oportunidad de desarrollarlo. De esta manera, uno puede contribuir en el mundo y poner ese talento a disposición de los demás.

Un equipo de buenas personas es una condición para un equipo de alto desempeño.

En estos equipos, los individuos piensan en el equipo por sobre sí mismos. Saben que su talento vale en la medida en que ayuda al equipo a conseguir su objetivo. Hay una vocación de servicio hacia el equipo. Su medida de éxito es la misma medida del éxito del equipo.

Me quedo entonces con la idea de que ser bueno es valioso en sí mismo, y además te ayuda a formar equipos de alto desempeño.

Enoka lo sabe:

Siempre aspiro y apunto a la nube más alta, pero al mismo tiempo quiero ser un buen padre, un buen marido, un buen hermano… y por supuesto un buen amigo.

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