El deporte –la vida– está tejido de historias personalísimas.
Objetivos, competencia, entrenamiento, superación, frustración, aceptación, ambición, volver a empezar, trabajo en equipo, sufrimiento, satisfacción, perder, ganar.
Todos conceptos bien densos antes los cuales, con el suficiente contexto, es difícil no empatizar, no emocionarse.
De todas las historias alrededor de la edición de los Juegos Olímpicos de Beijing que se están disputando en estas semanas, me gustaría resaltar el enorme ejemplo de Lindsey Jacobellis, quien este miércoles 9 ganó la medalla de oro en la modalidad snowboard cross.
Pero esta no es una medalla más.
Hasta esta instancia, este era su récord competitivo en snowboard:
- 31 medallas de oro en mundiales de snowboard.
- 10 medallas de oro en los X Games.
- 6 veces campeona mundial.
¿Y en los Juegos Olímpicos? 4 participaciones, con una solo medalla de plata en 2006, en Turín.
Flashback a esos JJOO de Invierno de Turín en 2006.
16 años atrás.
Lindsey era la candidata a ganar la competencia de snowboard cross, que debutaba como disciplina olímpica ese año.
Lideraba la carrera final, con solo otra competidora todavía en pie, llevándole una distancia de 43 metros (3 segundos). Todo indicaba que se coronaría ganadora, pero resulta que a dos saltos de llegar de la meta, Lindsey hizo un salto que no hacía falta hacer, un salto que le provocó la caída que permitio que la competidora que venía detrás tomara su lugar para quedarse con el oro y Lindsey con la medalla de plata.
Una medalla de plata es un logro tan grande que sólo es superado por el oro, aunque para uno y para el resto pueda resultar difícil de aceptar cuando el oro estaba tan al alcance de la mano.
Lindsey seguiría compitiendo y cosechando medallas doradas en múltiples eventos, pero la competencia olímpica sería durante años una suerte de aventura que no la vería victoriosa.
En los JJOO de 2010 en Vancouver terminó 5ta. En los de 2014 en Sochi, fue 7ma. Y en los de 2018 en Pyeongchang, terminó 4ta.
Además, aquel evento de Turín sería uno que permanentemente la gente se encargaría de recordarle.
En 2018, Lindsey decía:
¿No sería genial si los medios dejaran de asediarme por algo que pasó hace 12 años? Estoy segura de que podemos hurgar en los últimos 12 años de cualquier persona y encontrar algo que podrían, deberían o habrían hecho. Justo lo mío ocurrió en un escenario mundial que la gente simplemente no puede olvidar, o que piensan que es lo único que me pasó, o lo que me define como atleta.
Espero que después de estos años, todo esto se consolide y me ayude a mantener la calma y enfocada, y con suerte saldré adelante.
Ojalá estos sean pequeños pasos positivos, hacia adelante, que potencialmente hagan que las cosas se alineen para mí esta vez.
No iba a ser en esa instancia en donde esta esperanza se vería colmada, sino 4 años más tarde.
2022.
16 años después de su única medalla olímpica, Lindsey se presentó una vez más en los JJOO.
Clasificó a 8vos de final en la 5ta posición, y ganó la instancia de 8vos, 4tos, semifinal y la gran final… a sus 36 años. Por lejos, la de mayor edad de las 32 preclasificadas.
7 años más grande que la que le seguía.
19 años más que la más joven… de 17 años.
No podemos concluir que el intento recurrente eventualmente termina en victoria.
Todos lo que compiten lo están intentando, y las victorias no se van a distribuir equitativamente.
Pero para quienes quieren seguir compitiendo, para quienes quieren seguir proponiéndose ganar, cuánta potencia encierran ejemplos como este de Lindsey, o el de Rafa Nadal ganando el último Abierto de Australia.
Bien utilizados –y sin ánimo exitista–, sirven para enfocarse, para entrar en las profundidades de lo que implica realmente desear algo y desafiarse, para comprender los esfuerzos que implica, para escudriñar y encontrar los espacios de mejora latentes, para conocerse a uno mismo… y todo esto aunque la historia, las probabilidades o lo que sea que la gente piense parezcan jugarnos en contra.
Qué alegría esta conquista, Lindsey! Sos crack!