El poder de las preguntas

Clayton Christensen es un tipo que me cae muy bien.

En su discurso a los graduados de la Southern New Hampshire University, contó que había tenido un momento de inflexión de su desarrollo intelectual mientras cursaba su MBA en Harvard.

Resulta que, mientras analizaban en clase un caso sobre una organización que producía — supongamos -mayonesa, decidió dejar de tomar apuntes porque no entendía por qué tenía que anotar lo que una compañía de mayonesa debía haber hecho 10 años antes dado que él nunca iba a trabajar en una compañía que produjera mayonesa.

Al rato el profesor hace una pregunta a la clase y una de sus compañeras da una respuesta brillante.

Su primera motivación fue claramente anotar la respuesta, pero se permitió hacerse esta pregunta:

¿Qué pregunta hizo el profesor que generó que esta chica contestara tan bien?

Anotó entonces la pregunta.
En los días siguientes, aprovechó esa misma pregunta para aplicarla a los siguientes casos que le tocaron preparar, y pudo analizarlos y entenderlos de una manera distinta, gracias a esa pregunta.

Entendió que la respuesta había sido buena porque la pregunta había sido buena.

Anotar la respuesta solamente le hubiera servido para aplicar en compañías que produjeran mayonesa hace 10 años.

Anotar la pregunta le servía para siempre.

Su conclusión:

Desafortunadamente, la mayoría de nosotros, ante una pregunta, estamos tan enfocados en contestar de manera correcta y empezar a implementar la respuesta, que muchas veces nos olvidamos de preguntarnos si la pregunta era la pregunta correcta.

¿Qué preguntas me estoy dejando de hacer?

Más de una vez me encuentro trabajando o esforzándome, sin pensar la validez o la oportunidad de la pregunta; como si me hubiera dejado llevar por la pregunta y me hubiera tirado de cabeza a contestarla.

En la era de la información, Peter Drucker habló de cómo la clave de la generación de valor dejaba de ser “hacer que las cosas se hagan” o “getting things done”, para ser “hacer que las cosas correctas se hagan” o “getting the right things done”.

El adjetivo fuerza la introducción de la pregunta:

¿Cuáles son las cosas correctas?

de la cual también podemos sacar otras preguntas útiles para analizar nuestro esfuerzo o el de un equipo:

¿Qué cosas tenemos que empezar a hacer? [para conseguir los objetivos que tenemos]
¿Qué cosas debemos dejar de hacer? [porque no nos están dando resultado]
¿Qué cosas debemos mantener? [porque estamos conformes con los resultados que nos dan]

Hacernos preguntas oxigena, independientemente de que las respuestas se mantengan en el tiempo.

Incluso, hacernos preguntas puede darnos pie para hacernos mejores preguntas:

Always the beautiful answer who asks a more beautiful question, Edward Cummings

Fuente:
– http://www.snhu.edu/8841.asp

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